Uno tras otro

Teresa García de Santos
2 min readMay 26, 2023

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En París tenia fijación con las puertas del metro. No las del vagón sino las que le permitían a uno volver a ver el sol, ir a la universidad o regresar a casa. Aquellas puertas estaban hechas a prueba de todo. El viento era incapaz de moverlas un milímetro, el frío no se atrevía a pasar y la luz se detenía justo en ellas. No recuerdo de qué estaban hechas, pero eran pesadísimas.

Se convirtieron en mi campo de batalla diario. Succionaban los primeros destellos y los últimos reductos de energía de mis jornadas. Para vencerlas descubrí la estrategia: localizar las inmóviles, pegarse a ellas y aplacarlas con todo el cuerpo. Si no cedían, se hacía como en los toros: pedir el cambio del animal por uno que siguiese al capote. Es decir, abandonar la puerta y escoger otra que se moviese contigo. Verdaderamente eran dignos rivales. A pesar de que perdían siempre, lo hacían con deportividad.

Se convirtieron en mi campo de batalla pero me regalaron gestos de caridad a diario. En un principio pensé que solo a mí, teniendo en cuenta mi estatura y la escasa fuerza de mis brazos, se me iba la vida abriéndolas. Un giro de cabeza fue suficiente para reconocer que no estaba sola, que aquello era costoso para todos, sin ningún tipo de excepción. Así, si uno lograba abrirla, esperaba a que el siguiente llegase y pasase con él. Uno tras otro. Sujetarla, aguardar, mirar, sonreír y agradecer. Aquellas puertas servían para dar las gracias, para desafiar las prisas, para romper con el aislamiento.

Hoy las he recordado. Me dirigía hacia la salida de “Tribunal”, tras unas escaleras infinitas de la línea 10, y cuando me disponía a encarar la puerta, alguien me la ha soltado en la cara. Me ha pillado de improviso y al instante he recordado la enseñanza de París: que hasta una puerta de metro es una excusa para querer, para volver la vista atrás, para buscar la presencia de un otro al que aligerar el peso -y el paso- y dedicar una sonrisa.

Esta foto de Javi es de mis favoritas de la boda de Meri y Fran

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